ENTREVISTA: Dr. RAMIRO ÁVILA
Doctor en Jurisprudencia; Master of Laws; Máster en Sociología del Derecho; Doctor en Sociología del Derecho

¿De qué manera el ordenamiento territorial puede contribuir a la gestión sostenible de los recursos hídricos en áreas urbanas?

El ordenamiento territorial es clave para la gestión adecuada de una ciudad, especialmente en el manejo de los recursos naturales. Los casos más evidentes de ciudades con graves problemas como contaminación ambiental, inequidad en la distribución de recursos y pauperización de zonas urbanas, se observan en grandes urbes como Quito y Guayaquil, donde no ha existido un ordenamiento territorial adecuado.

Cuando no hay ordenamiento territorial, las ciudades suelen enfrentarse a problemas como invasiones de terrenos, uso de quebradas como basureros y la pérdida de áreas verdes. Esto termina afectando directamente la calidad de vida de los habitantes, ya que las ciudades sin espacios verdes, sin uso sostenible de los recursos, sin planificación adecuada y con construcciones en zonas peligrosas tienden a ser inseguras, con una calidad de vida deficiente.

Cuando uno mira un río contaminado en una ciudad, es casi siempre un indicativo de que en esa ciudad hay problemas sociales e inseguridad. Por el contrario, en ciudades con bosques, árboles, vegetación, ríos limpios y donde la naturaleza se convierte en un punto de encuentro para las comunidades, la vida resulta mucho más agradable. Estas ciudades, que armonizan con la naturaleza y promueven vínculos comunitarios, contrastan significativamente con aquellas en las que la naturaleza es tratada como un obstáculo, una cloaca o un depósito de residuos, y donde prevalece la inseguridad ciudadana.

La diferencia entre estos dos tipos de ciudades radica en la existencia de un ordenamiento territorial adecuado, una planificación participativa y una buena gestión. Por ello, el ordenamiento territorial es fundamental para garantizar el desarrollo y bienestar en las ciudades.

¿Qué importancia tiene el agua para el desarrollo urbano sostenible?

Es vital. No existe una ciudad, pueblo o comunidad que se haya asentado en un lugar donde no hay acceso al agua. Todas las ciudades del mundo, incluidas las mayores capitales y las urbes más grandes, se han establecido alrededor de ríos. Por ejemplo, Quito se encuentra en torno al río Machángara. Mientras que Cuenca está rodeada por cinco ríos, incluido el Tomebamba. Por su parte, Guayaquil también está asentada a orillas de un río.

¿Por qué sucede esto? La respuesta es muy simple como esencial: los ríos proveen agua, y el ser humano no puede sobrevivir sin ella. En las primeras ciudades que se formaron cerca de ríos, estas fuentes de agua se utilizaban para beber, irrigar sembradíos, obtener alimentos de los peces y sustentar la biodiversidad y los ecosistemas que dependen de los ríos.

El desarrollo urbano es impensable sin agua. A gran escala, de toda el agua disponible en el planeta, solo el 2% es apta para el consumo humano y de otros seres vivos. Si una ciudad se queda sin agua, es casi inevitable que termine desapareciendo.

Un ejemplo claro es Quito, que no puede abastecerse del agua cercana de fuentes como el Atacazo y el Pichincha. En lugar de ello, debemos traer agua desde lugares más distantes como el Antisana, el Sincholagua y el Cotopaxi. Este hecho refleja quizás una de las mayores imprudencias de los quiteños: no proteger las fuentes de agua cercanas, lo que nos obliga a depender de recursos más lejanos para sobrevivir.

Sin agua, la vida humana no es posible. Por ello, el agua tiene una importancia primordial para la vida en general de los seres humanos y sin duda para la vida de una ciudad.

¿Cómo se puede garantizar la gestión eficiente del agua en ciudades en crecimiento y grandes metrópolis?

Es necesario planificar, y esta planificación debe tener un enfoque dual: garantizar que el agua llegue en buen estado a todas las personas y demás seres vivos que la consumen, y asegurarse de devolver el agua en condiciones óptimas. Este principio es clave para una gestión eficiente. El principal problema que enfrentan la mayoría de las ciudades en el mundo es que utilizamos agua limpia para el consumo, pero la devolvemos contaminada, con residuos que ya no son útiles para sostener la vida, rompiendo así el ciclo vital. Este, sin duda, es el mayor desafío.

De la misma manera que se nos cobra una tasa por disponer de agua limpia, debería establecerse también una tasa asociada a asegurar que el agua que sale de los hogares y las actividades industriales regrese limpia. Actualmente, estamos quebrando un ciclo vital al consumir agua limpia y desecharla contaminada. Para garantizar este recurso, es fundamental promover campañas de concienciación para que la población haga un uso responsable del agua.

La solución más efectiva radica en implementar políticas públicas basadas en una planificación adecuada sobre el agua. Si las autoridades locales, como los municipios o el Ministerios del Ambiente, no cumplen con su responsabilidad, la Constitución contempla mecanismos legales que permiten exigir, a través de mecanismos judiciales constitucionales, que se garantice agua limpia y su sostenibilidad como recurso natural.

¿Cuáles son los principales desafíos que enfrentan las ciudades al implementar planes de ordenamiento territorial considerando la falta de acceso al agua?

El primer paso consiste en disponer de información completa sobre las fuentes de agua de una ciudad, incluyendo las cuencas hidrográficas que la rodean, el origen del agua y su conexión con la Amazonía, las lluvias, los bosques y el ciclo hidrológico.

Con esta información, el segundo paso consiste en fomentar que la población valore dichas fuentes de agua. El tercer paso es protegerlas, una tarea que no recae únicamente en los gobiernos locales, sino que es responsabilidad de toda la ciudadanía.

Por último, si estas fuentes no se protegen porque no se valoran y porque falta información, es necesario recurrir a mecanismos de exigibilidad ciudadana para demandar acción a los gobiernos locales.

¿Qué estrategias pueden adoptar las ciudades para enfrentar la escasez de agua debido al cambio climático y el aumento de la población?

El agua forma parte de un ciclo natural que no solo debe ser protegido, sino también asegurado en todas sus fases. Por ejemplo, los bosques desempeñan un papel esencial. Estoy convencido de que, tarde o temprano, las ciudades tendrán que transformarse en auténticos jardines.

Conforme las ciudades crecen, especialmente en el caso de grandes urbes como Quito, que ya supera los 3 millones de habitantes, y Guayaquil, con más de 4 millones, se vuelve imprescindible que estas desarrollen cierta autonomía respecto al campo para garantizar su supervivencia. Para asegurar el abastecimiento de agua, será esencial plantar bosques y crear jardines. Por eso, una de las estrategias prioritarias es volver verdes las ciudades. Esto significa incorporar vegetación en techos, calles y veredas, ya que preservar el ciclo del agua requiere evitar la mezcla de esta con las aguas residuales.

Este es, precisamente, un gran desafío en ciudades como Quito y Guayaquil. Actualmente, las alcantarillas recogen tanto el agua de lluvia como las aguas residuales. Al mezclarse, esta agua termina desperdiciándose. Sin embargo, el agua de lluvia podría ser aprovechada para consumo, uso doméstico y múltiples propósitos.

Este recurso debería ser utilizado, por ejemplo, para regar plantas, lo que contribuiría a preservar el ciclo vital. Por ello, es fundamental garantizar que las ciudades se vuelvan más verdes.

¿Qué se debe considerar en la formulación de los planes de ordenamiento territorial para garantizar el acceso al agua?

Creo que esto está relacionado con el ciclo de la política establecido en la Constitución, donde se garantizan los derechos fundamentales, entre ellos el acceso al agua, considerado un derecho esencial para todas las personas y colectividades.

La Constitución establece una garantía de política pública que incluye información, planificación, ejecución y evaluación de las políticas públicas. Para que este ciclo funcione de manera adecuada, es imprescindible contar con información en cada etapa y garantizar la participación activa de la ciudadanía.

Generalmente, quienes no tienen acceso al agua son personas o comunidades que habitan en las zonas periféricas de las ciudades. Esto ocurre, en gran medida, porque estas comunidades suelen estar excluidas de la participación política y carecen de representación adecuada en los consejos cantonales o provinciales. Por ello, además de los requisitos técnicos, considero que hay elementos básicos indispensables.

Primero, debe haber información. Por ejemplo, en una demanda relacionada con el río Machángara, que está gravemente contaminado, uno de los principales problemas fue la falta de información por ejemplo el monitoreo sobre la calidad del agua. Esta información debe ser pública, ya que su disponibilidad es un indicador del éxito o fracaso de la gestión municipal.

Segundo, es fundamental fomentar la participación social. Existen diversos mecanismos para ello, como la consulta ambiental o la figura de la silla vacía, ambos contemplados en la Constitución. Es crucial que las personas y comunidades sin acceso al agua, o aquellas que viven cerca de fuentes contaminadas, sean escuchadas y tomadas en cuenta.

Y la otra cosa que me parece fundamental es que, si no hay información que quiere decir que no hay transparencia y si es si, es que hay participación. La consecuencia es que tiene que haber auditorías técnicas de auditorías sociales. Entonces, cuando los gobiernos están siendo observados, por la ciudadanía, ahí hay más posibilidades de que sea buena la gestión.

Por otra parte, la transparencia es esencial. La ausencia de información implica falta de transparencia. Cuando los gobiernos son observados por la ciudadanía, aumenta la probabilidad de una gestión eficiente.

En resumen, además de los requisitos técnicos, considero fundamentales la información, la transparencia, la participación social de los sectores más vulnerables y las auditorías sociales.

¿Qué tecnologías o innovaciones están marcando la diferencia y la gestión del agua en entornos urbanos?

Las ciudades, cuando cuentan con recursos y espacio, tienden a construir plantas de tratamiento de agua, lo cual es una solución válida. Sin embargo, en términos de innovación, las soluciones basadas en la naturaleza destacan como las más relevantes. Estas, a diferencia de las plantas industriales de tratamiento de agua, son descentralizadas y promueven la biodiversidad en los ecosistemas urbanos.

En otras palabras, esto significa que los residuos urbanos, como los provenientes del lavado de ropa o los baños, pueden ser tratados localmente mediante tecnologías como filtros y humedales. Estos procesos convierten el agua residual en agua purificada que, en lugar de contaminar los ríos, puede ser reutilizada.

Por ejemplo, un filtro combinado con un humedal puede crear lagunas que se utilizan para riego, fomentando la biodiversidad, ya que la fauna se desarrolla alrededor de estas lagunas cuando son mantenidas adecuadamente. Estas son soluciones innovadoras y originales que debemos implementar. Además, es fundamental tener presente el principio de que quien contamina debe pagar.

En Ecuador, grandes productores e industrias, como las textiles y aquellas que emplean lubricantes, vierten sus desechos contaminados en los ríos. Esto debe detenerse mediante un control ambiental estricto, la imposición de multas y la obligación de garantizar que los desechos industriales sean tratados antes de llegar a los ríos. Es inconcebible que las empresas utilicen el agua de los ríos y luego la devuelvan completamente contaminada. Este problema también recae en los municipios.

Los gobiernos locales y el Gobierno Central deben tomar medidas contundentes para garantizar que quienes utilizan el agua la devuelvan en las mismas condiciones de calidad. Además, los costos de estos procesos no deben recaer en los municipios ni en los gobiernos locales, sino en las mismas industrias. El principio de «quien contamina, paga» es un pilar fundamental del derecho ambiental.

Y la otra cosa que se puede hacer es campañas de uso responsable del agua. O sea, no puede ser que se desperdicie el agua para limpiar autos, cuando el agua es un recurso vital fundamental o que se abra la ducha por largo tiempo solo para esperar que se caliente el agua. Hay muchas formas de usar el agua de forma responsable y creo que esto pasa porque pensamos que el agua es un recurso ilimitado y no lo es.

El agua es un recurso extremadamente escaso y debe ser utilizada únicamente para lo que es realmente necesario: riego de plantas, consumo humano, irrigación agrícola y para garantizar que la naturaleza continúe funcionando como debe, proporcionando aire limpio y agua pura.

Podría compartir un caso exitoso de integración de políticas de agua en el desarrollo urbano que sirva como referencia para otras ciudades

En América Latina, dos ejemplos destacados son Medellín y Cuenca. En el caso de Cuenca, sus cinco ríos representan no solo una fuente vital de agua, sino también un elemento clave en la identidad y cultura de los cuencanos.

Al visitar Cuenca, uno de los primeros lugares que se suele conocer es el río Tomebamba. Además, es común pasear por los parques lineales que rodean los otros cuatro ríos. Los ríos forman parte integral de la relación entre la naturaleza y las comunidades. Si se visita un sábado, se puede observar cómo las personas se reúnen en torno a los ríos para compartir en familia, disfrutar de comidas, leer o simplemente relajarse. Este modelo refleja una planificación urbana orientada al agua que, aunque no está exenta de defectos, se considera la mejor planificación hídrica en Ecuador actualmente.

Otro ejemplo prometedor, aunque aún en desarrollo, es el caso del río Machángara en Quito. A raíz de una sentencia judicial, se han establecido diálogos entre la sociedad civil y el municipio para complementar las medidas municipales con tecnologías avanzadas y enfoques basados en la naturaleza. El sueño de muchos quiteños es que, en unos 15 años, puedan bañarse nuevamente en el río Machángara. Si este objetivo se logra mediante la limpieza del río, no solo será un logro ambiental, sino también una regeneración social. Por el contrario, si el río continúa siendo una cloaca y un depósito de desechos, reflejará una degeneración y degradación de la vida comunitaria en esta ciudad.

En Europa también existen ejemplos donde se están limpiando ríos. Un caso reciente es el río Sena. Estos ejemplos demuestran que no es necesario «reinventar el agua tibia»; basta con observar y aprender de quienes han logrado resultados exitosos.

Cómo se conjugó los derechos a la ciudad, a la naturaleza y la participación en la sentencia de la acción de protección del río Machángara.

La conjugación de los derechos de la naturaleza, el derecho al agua, el derecho a la ciudad, el derecho al medio ambiente sano, saneamiento y salud se refleja claramente en la sentencia de protección del río Machángara. Los derechos a la ciudad, consagrado en la Constitución de Montecristi, establecen que una ciudad donde vale la pena vivir debe cumplir, al menos, cuatro condiciones: la participación de las personas en la vida colectiva y en la toma de decisiones, la ausencia de marcadas desigualdades económicas, la aceptación y valoración de las diversidades étnicas, culturales y de género, y una buena relación con la naturaleza.

Esta visión define una ciudad ideal como un espacio donde se pueda participar activamente, caminar con seguridad, disfrutar de áreas verdes y gozar de equidad económica. Sin embargo, el caso del río Machángara pone de manifiesto que en torno a este se proyectan múltiples vulneraciones a esos derechos. Las personas que habitan cerca del río no participan en los procesos colectivos, viven en condiciones marginales y, se asientan de manera irregular. Además, sufren enfermedades debido a la contaminación, lo cual contradice todos los principios de los derechos a la ciudad.

Entonces, cuando uno mira los derechos a la ciudad, los derechos de la naturaleza, el derecho al agua, todos estos se conjugan en la problemática del río Machángara. La contaminación del río evidencia la vulneración del derecho al agua, al medio ambiente sano, a la ciudad y a la naturaleza. Este caso refleja cómo la falta de planificación y ordenamiento territorial impacta negativamente en los derechos fundamentales.

En este contexto, el río Machángara debería servir como una lección para las autoridades y gobiernos locales que enfrentan problemas similares con otros ríos contaminados. Es crucial que comprendan que, si no realizan una gestión adecuada, pueden ser demandados y considerados responsables de violaciones a los derechos. La gestión de un río no es simplemente un asunto administrativo, sino un tema constitucional que afecta derechos esenciales.

¿En su opinión, qué impacto tienen las cuencas hídricas tanto en la ruralidad como en las zonas urbanas?

Es fundamental reconocer la importancia vital de las cuencas hídricas. Al observar los mapas hídricos de la Tierra, se puede compararlos con el sistema sanguíneo y nervioso del cuerpo humano: ambos son esenciales para la vida. Así como el cuerpo humano no puede sobrevivir sin oxígeno y agua, la Tierra no puede sostenerse sin cuencas y ríos saludables que circulen y cumplan con su ciclo.

En el contexto del calentamiento global y la crisis climática actual, uno de los recursos más preciados no es el oro, el cobre o el litio; es el agua. Este recurso esencial para la supervivencia no debería ser tratado como un producto económico. Sin embargo, está siendo severamente mal utilizada. Las ciudades lo desperdician, las actividades mineras lo explotan, y las industrias extractivas lo contaminan, llevándonos a un planeta cada vez más seco y con menos agua disponible, y la poca agua que nos queda estamos dañándola.

La realidad es clara: sin agua y sin la integridad de las cuencas hidrográficas, el planeta Tierra y, por ende, la humanidad, estamos condenados. Esto no es una exageración, es un hecho inminente. Las guerras del siglo XXI no serán por petróleo, sino por agua. En este sentido, países como Ecuador y otros que forman parte de la cuenca amazónica tienen el recurso más valiosos: abundantes fuentes de agua. Por ello, nuestra mayor responsabilidad es valorar este recurso y utilizarlo de manera responsable.

Dirección de Comunicación Social
Superintendencia de Ordenamiento Territorial, Uso y Gestión del Suelo